viernes, 1 de julio de 2011

ANOREXIA NERVIOSA. SINTOMATOLOGÍA

Quizás más que en ninguna otra enfermedad, los síntomas que llevan a sospechar la evidencia de un trastorno alimenticio y por ende anorexia, son muy claros y fáciles de detectar.

Una persona que estando en su peso empieza a hacer dieta, a eliminar ciertos alimentos o utilizar mecanismos purgativos, a practicar un exceso de deporte y que empieza a sentir una atracción fatal con la báscula, no es más que el primer síntoma de una búsqueda sin sentido de un menor peso corporal, y por tanto, el síntoma más evidente de que hay una disfunción entre la realidad y el mundo soñado.

La distorsión de su imagen, que lejos de verse reflejada correctamente pese a la pérdida de peso, refleja una imagen de sobrepeso, y por tanto,  de pánico a la obesidad. Si a ello añadimos otros trastornos secundarios como la oligo-amenorrea (falta del ciclo menstrual o una irregularidad tremenda del mismo), tendremos evidencias de que la anorexia se ha hecho dueña de esa persona, y podrá ser diagnosticada tanto por su entorno familiar como en cualquier centro médico.

Otros síntomas menores pueden ser las variaciones térmicas del paciente, ya que a menor peso, menos calorías tiene el cuerpo para enfrentarse a los rigores climáticos, y es normal que sus sensaciones, especialmente respecto al frío sean constantes.

En algunos casos se ha dado tendencia a la
hiperactividad, si bien no detectada como enfermedad sino como estímulo provocado por el enfermo para evitar la inactividad y por tanto la posibilidad de que su organismo no queme las pocas calorías ingeridas.

Es frecuente que los afectados presenten irritabilidad, alteraciones en la conducta del sueño y frecuentemente van ligados a algún tipo de depresión u otros trastornos emocionales.

De forma ocasional también pueden aparecer otros síntomas no específicos y consecuencia de problemas añadidos a esta mal nutrición, como pude ser el estreñimiento, palidez extrema de su pigmentación,  e incluso la  pérdida de las uñas o el cabello.

UNA CRÍTICA DE NATURALEZA SOCIAL

Ser o estar anoréxico no es una forma verbal, ni un modo de hablar. Verter palabras y señalar con el dedo se ha convertido en un pasatiempo de orden mundial, y es ahí donde los aludidos o los señalados deben ser ciegos pese a ver, ser sordos pese a escuchar, y hacerse los locos pese a estar muy cuerdos. Hoy en día la anorexia es una lucha entre el afectado u afectada, una sociedad aburrida y una familia desesperada. Los jóvenes de hoy, muy preparados, con cursos de cualquier disciplina, post grados, sabedores de idiomas, habituados a la tecnología, y que navegan por la red, son un  prodigio de vulnerabilidad, ya que el acceso a tanta información, la presión sobre su nivel de estudios, y un mercado laboral esquivo, hacen que una gran parte de ellos coquetee con la depresión y los ansiolíticos cuando deberían estar disfrutando de la vida.

No sé a quien compete  la revisión de los valores a transmitir a los jóvenes, ni sé que organismo debe velar por su seguimiento, pero lo cierto es que la anorexia ya es un problema mundial, de la sociedad golosa, de la sociedad de consumo, del primer mundo en definitiva, y por tanto…este mismo mundo debe encontrar la medicina para que tantos adolescentes y personas vulnerables, con cierta predisposición genética, no sean víctimas de una trampa creada entre la publicidad, la moda, el dinero y el deseo de reconocimiento o fama.

Estar gordo no es de recibo en una sociedad bien informada y con tantos niños que pasan hambre, y lo mismo al contrario, estar anoréxico no es un estado óptimo para las personas que viven en un mundo desarrollado y con acceso a los alimentos y a la medicina. Sin embargo, ¡basta ya de cánones de belleza! Lo importante no es estar gordo o delgado, sino estar sano, saludable. Recordemos que la salud se define como un estado de equilibrio psicofísico, y no sólo como el concepto negativo de ausencia de enfermedad.

Dejemos de señalar con el dedo, de crear estigmas sociales, ... ¿acaso somos más que los demás? Que nuestros logros y aspiraciones en la vida no queden englobados en la obtención y mantenimiento de un cuerpo cuasiperfecto. ¡Desnudemos nuestro interior!

Por último, me dirijo a quienes se hayan podido sentir víctimas de la crueldad verbal de determinados grupos sociales, seres desalmados que disfrutan con el daño ajeno. Para que seamos capaces de volvernos sordos ante ese tipo de insultos y calumnias, así como capaces de recordar lo siguiente:

"Nadie merece tus lágrimas
 y, quien las merezca, no te hará llorar"