viernes, 20 de abril de 2012

TRATAMIENTOS PARA ALIVIAR EL DOLOR ONCOLÓGICO


El tratamiento del dolor oncológico se puede realizar de diferentes maneras:

Tratamientos etiológicos
Son los que actúan directamente sobre el cáncer o sus metástasis con la finalidad de eliminarlos o de disminuir su tamaño. Los principales tratamientos etiológicos actuales para el cáncer son: cirugía, quimioterapia, radioterapia, hormonoterapia y las nuevas dianas moleculares.

Tratamiento farmacológico
Los fármacos utilizados para aliviar el dolor reciben el nombre de analgésicos. Se diferencian dos grupos de medicamentos: los no opioides y los opioides. También existe un grupo de medicamentos no analgésicos que refuerzan o complementan la acción de los dos grupos anteriores, son los analgésicos adyuvantes o complementarios.
La elección del tipo de tratamiento analgésico la debe hacer el médico de forma individualizada para cada paciente, teniendo en cuenta la  intensidad y otras características del dolor y el momento evolutivo de su enfermedad.

  • Analgésicos no opioides.
Este grupo está formado por los antiinflamatorios no esteroideos (AINEs), los más habituales son la aspirina, paracetamol, ibuprofeno y metamizol.
Cada uno de estos medicamentos tiene una dosis máxima recomendada al día que no se puede sobrepasar porque no mejora su efecto analgésico (es lo que se denomina, "techo terapéutico") y, por el contrario, produce más efectos secundarios no deseados.
Los analgésicos no opioides son efectivos para el dolor de intensidad leve y moderada.
          Tómelos siempre a las dosis y con la frecuencia que su médico le indique.

Efectos no deseados de los antiinflamatorios (AINEs).
    • Problemas gástricos.
Son los efectos secundarios más frecuentes. En personas especialmente sensibles o predispuestas, aún a las dosis recomendadas, pueden aparecer problemas de estómago (dolor, gastritis, úlcera gastroduodenal, e incluso hemorragia digestiva). A estos pacientes, el médico les recetará protectores gástricos.
    • Problemas de coagulación de la sangre.
Dado que algunos AINEs pueden alterar la coagulación, deben administrarse con precaución en pacientes con tratamiento anticoagulante.

  • Analgésicos opioides.
Se distinguen dos categorías: los llamados opioides menores, como el tramadol o la codeína, y los opioides mayores entre los que se encuentran la morfina, oxicodona, hidromorfona, fentanilo y buprenorfina.
Los opioides menores se utilizan solos o combinados con un analgésico no opioide para tratar el dolor leve-moderado.
Los dolores moderados e intensos se tratan con opioides mayores. Ambos tipos de opioides se pueden combinar con los analgésicos adyuvantes.
A diferencia de los analgésicos no opioides y opiodes menores, la mayoría de los opioides mayores no tienen límite de dosis.

Efectos no deseados de los opioides.
    • Náuseas o vómitos
Es un efecto secundario que puede ocurrir en los primeros días de medicación y suele desaparecer sin ningún tratamiento a los 3-4 días. No obstante, es posible prevenirlos mediante fármacos específicos llamados antieméticos.
    • Somnolencia
Es posible que durante los primeros días el paciente presente somnolencia, la cual suele desaparecer en unos días a medida que el cuerpo se acostumbre al medicamento.
Cuando la somnolencia persiste pasados unos días o es muy importante, es posible que la dosis sea excesiva para el paciente y el médico debe ajustarla.
    • Estreñimiento
Es habitual en la mayoría de las personas que toman opioides. No se debe dejar pasar más de 2-3 días sin defecar.
Para prevenir el estreñimiento el médico puede recetar laxantes, pero hay otras cosas que puede hacer el paciente y que son de utilidad, entre ellas están: Tomar alimentos ricos en fibra como ensaladas, frutas y verduras.
 Si está tomando opioides y no ha evacuado en 2-3 días comuníqueselo a su médico.
    • Confusión
En raras ocasiones, y sobre todo en ancianos, los opioides pueden provocar confusión o desorientación (el paciente no sabe dónde está o qué día de la semana es). En estos casos se debe contactar con el médico ya que puede ser necesario cambiar de medicamento o reducir la dosis del que se esté usando.
Comunique al médico inmediatamente si nota confusión o desorientación en un paciente que está en tratamiento con opioides.

  • Analgésicos adyuvantes o complementarios.
Son los medicamentos que se utilizan para ayudar a los analgésicos opioides y no opoides en su acción; Entre ellos se encuentran:
    • Los antidepresivos ayudan a aliviar el dolor neuropático aunque el paciente no esté deprimido.
    • Los anticonvulsivantes habitualmente se usan para tratar las convulsiones que se producen en la epilepsia, y se ha comprobado que son también útiles en los dolores neuropáticos.
    • Los corticoides o esteroides se utilizan en aquellos tipos de dolor donde exista componente inflamatorio.
    • Los anestésicos locales aplicados en el lugar del dolor pueden ayudar a conseguir un alivio rápido.

¿Cómo tomar los medicamentos?

Cuando el médico le recomiende un tratamiento para el dolor debe informarle de varios aspectos: dosis, vía de administración, frecuencia (horario) y lo que tiene que hacer si el dolor no se alivia, se presentan efectos adversos o surge cualquier problema o duda.

Dosis
La dosis de analgésicos que necesita cada paciente para aliviar el dolor es individual, variando considerablemente de unos pacientes a otros.
Durante el proceso de ajuste de dosis es imprescindible establecer una comunicación buena y fluida con los profesionales de la salud.

Vía de administración
Existen diferentes vías de administración de los analgésicos: oral, transdérmica (parche), subcutánea, intravenosa y rectal. La vía elegida dependerá de la causa, de las características del dolor y de las preferencias del paciente. En ocasiones se pueden emplear varias vías simultáneamente.
Si usted tiene problemas digestivos o preferencia por alguna vía en especial háblelo con su médico o enfermera. Entre todos podrán decidir la vía que más le conviene.


Horarios de administración de medicamentos
El dolor crónico oncológico debe tratarse con una pauta regular de horario fijo, aunque no se tenga dolor.
A pesar de ello se pueden presentar crisis agudas de dolor no controladas con la pauta regular. Se denominan crisis de dolor irruptivo y su tratamiento requiere  una pauta diferente, que es a demanda.
Se debe tomar la medicación a las horas y dosis que ha recomendado el médico aunque no haya dolor en ese momento. La mejor forma de tratar el dolor es prevenirlo.

¿Es importante realizar bien el tratamiento con los analgésicos?

Con frecuencia se infravalora el dolor y cuando se observa una mejoría el paciente o sus familiares deciden retrasar la siguiente dosis por miedo a abusar de los analgésicos. Esto puede llevar a que aumente de intensidad de forma que luego sea más difícil controlarlo con la dosis habitual.
El seguimiento de la pauta de horario y dosis establecida por el médico ayuda a mantener un nivel constante de fármaco en sangre y por tanto a prevenir la reaparición o aumento del dolor.


Por otra parte, cuando se está siguiendo un tratamiento con opioides durante un tiempo, no se debe suspender de forma brusca porque puede provocar la aparición de síntomas con dolores musculares, sudoración excesiva o diarrea. Por ello los opioides se deben dejar de tomar de forma gradual.
No se debe abandonar un tratamiento con opioides sin consultar previamente con el médico. Él le aconsejará la mejor forma de dejar de tomar estos medicamentos.


Técnicas especiales de analgesia

Cuando el tratamiento con medicamentos no es efectivo por las vías y pautas clásicas de administración, la alternativa es recurrir a otras técnicas, como el bloqueo nervioso, la bomba de infusión y la neuroestimulación.


Tratamientos no farmacológicos
  • La relajación
Reduce la tensión corporal, especialmente la muscular; lo que ayuda a reducir la ansiedad, conciliar el sueño y aliviar el dolor.
  • Fisioterapia
Consiste en el tratamiento por medio del ejercicio terapéutico, calor, frío, luz, agua, masajes o electricidad. Por ejemplo, la aplicación de calor sirve para relajar los músculos. Si lo que origina el dolor es una inflamación, la aplicación de frío puede ayudar a reducirla.
Es recomendable recurrir a profesionales (fisioterapeutas) ya que dependiendo del tipo y localización del dolor aplicarán la técnica más adecuada.
  • La acupuntura
Se trata de una técnica tradicional de la medicina china cuyo objetivo es restablecer el equilibrio en el sistema energético vital del organismo mediante la colocación de agujas en puntos estratégicos del cuerpo.
El éxito de la acupuntura depende de la correcta elección de los puntos sobre los que se han de colocar las agujas, de la forma en que son aplicadas en los puntos exactos y del tipo de dolor.


Apoyo emocional al paciente y familiares

La respuesta emocional de los pacientes ante el diagnóstico de cáncer puede variar dependiendo de factores como la edad, personalidad, nivel cultural o tipo de cáncer. Sin embargo, hay sentimientos comunes a la mayoría de pacientes, entre ellos la sensación de vulnerabilidad ante la enfermedad a la que hay que sumar las repercusiones de la enfermedad sobre la esfera laboral, económica, familiar y social del enfermo.
Ante todos estos acontecimientos y experiencias es muy habitual que los pacientes y sus familiares estén estresados, sufran ansiedad y estén desorientados.
La aparición de dolor viene a agravar la situación psicológica del paciente y, a su vez, los problemas psicológicos pueden ser impedimento para su buen control.
Por todo ello, resulta incuestionable la necesidad de prestar atención psicológica tanto al paciente como a sus familiares.

Para conseguirlo, los profesionales sanitarios deben favorecer la comunicación con el paciente y sus familiares, deben estar dispuestos a escucharles y brindarles las explicaciones que soliciten y a aclararles las dudas que les planteen. 



martes, 13 de marzo de 2012

DOLOR ONCOLÓGICO


-       EL DOLOR EN LOS PACIENTES CON CÁNCER


Concepto de dolor

El dolor se define como una experiencia sensitiva y emocional desagradable que es vivida y expresada por cada paciente de manera diferente. En el caso concreto del cáncer, el dolor puede llegar a convertirse en el problema más importante para estos  pacientes.

¿Es bueno aguantar el dolor?

El dolor repercute de forma muy negativa sobre las funciones del paciente, produciéndole insomnio, disminución del apetito y limitación de su actividad física y social habitual. Como consecuencia, disminuye su calidad de vida.
Ningún paciente debe sufrir dolor innecesariamente. Los conocimientos médicos actuales y los tratamientos farmacológicos disponibles permiten controlar el dolor con éxito en la mayoría de los pacientes.



Ante la aparición o empeoramiento del dolor debe hacérselo saber a su médico o enfermería cuanto antes, le ayudarán a evitar un sufrimiento innecesario.


¿Cuales son las causas del dolor?
Un paciente con cáncer puede tener dolor a causa del tumor o de las metástasis porque dañan o presionan las estructuras del cuerpo en donde están localizados (músculos, huesos, órganos, vasos sanguíneos, nervios...). También pueden causar dolor los distintos  tratamientos como la cirugía, la radioterapia o la quimioterapia.

Los pacientes oncológicos, como el resto de la población, también pueden sentir dolores de otros tipos que nada tienen que ver con su cáncer (por ejemplo: jaquecas, artrosis, infarto, cólico nefrítico, apendicitis...).


¿Qué tipos de dolor puede tener un paciente?

Según la estructura dañada o comprimida por el cáncer o sus metástasis pueden existir tres tipos:
  • Dolor somático: se origina a nivel de la piel, de los músculos o de los huesos.
  • Dolor visceral: se origina por daño o presión de órganos o vísceras como hígado, estómago, intestino, páncreas, riñón etc.
  • Dolor neuropático: la afectación tiene lugar a nivel del sistema nervioso (médula, nervios...). Ejemplo: dolor ciático.

Según su intensidad: se diferencia entre dolor leve, moderado o intenso.

Puede ocurrir que sobre un dolor constante de intensidad leve o moderada aparezcan picos de dolor de mayor intensidad.
Es relativamente frecuente que el paciente con cáncer tenga más de un tipo de dolor  y que cada uno tenga unas características diferentes (diferente intensidad, horario de presentación, etc).



Conocer todos los detalles del dolor será de gran utilidad a su médico para elegir el tratamiento adecuado.



¿Por qué no se trata adecuadamente el dolor?

Existen barreras que impiden o dificultan en muchos casos un buen control del dolor. Estas barreras pueden encontrarse en el paciente, en sus familiares y en los profesionales sanitarios.

- Barreras que presentan los pacientes o sus familiares

Están originadas por una serie de temores infundados, entre ellos los más frecuentes son:
  • Temor del paciente a hablar del dolor.
Hay pacientes que relacionan el dolor con un empeoramiento de la enfermedad. Esto no tiene por qué ser así, muchas veces el dolor surge como consecuencia de los tratamientos que se están aplicando para el tumor o a causas distintas del cáncer.
  • Miedo a la adicción.
Es posible encontrar pacientes o familiares que sienten temor a comenzar un tratamiento con opioides (por ejemplo morfina). Sin embargo, es prácticamente imposible que un paciente que controla el dolor con opioides se vuelva adicto.



No tenga miedo a volverse adicto a los opioides. Es muy difícil que esto le pueda suceder.

  • Miedo a acostumbrarse al analgésico.
Hay pacientes y familiares que creen erróneamente que si toman medicamentos analgésicos con frecuencia dejarán de hacerle efecto.
Solo en algunos pacientes puede disminuir un poco su eficacia. Si se presenta, usualmente basta con pequeños aumentos en la dosis o con un cambio en el tipo de analgésico utilizado para conseguir de nuevo el efecto deseado.



No tenga miedo a acostumbrarse a los analgésicos y que dejen de hacerle efecto. Con pequeños cambios en la dosis o en el medicamento su médico lo solucionará.

  • Miedo a los efectos adversos de los analgésicos.
Los analgésicos, al igual que la mayoría de los medicamentos, pueden ocasionar efectos adversos no deseados pero, prácticamente en su totalidad, se pueden prevenir o evitar.


- Barreras a nivel de los profesionales sanitarios
  • Inapropiada evaluación del dolor.
Puede ocurrir que el médico o la enfermera no realicen una correcta evaluación del dolor.
  • Creencias erróneas de algunos profesionales.
Algunos profesionales de la salud (afortunadamente cada vez son menos) consideran el dolor como un síntoma más de la enfermedad y no le otorgan la importancia que realmente tiene.
  • Falta de coordinación entre profesionales.
El tratamiento del dolor requiere un ajuste y control de los medicamentos empleados. Por lo que, además del tratamiento desde Oncología, es necesario un control desde Atención Primaria.
  • Sobrecarga laboral.
En ocasiones los médicos están sobrecargados. Por esta razón, si el médico no pregunta sobre el dolor, el paciente debe tomar la iniciativa y exponerle todos los detalles sobre su dolor, reclamando así su atención a este respecto.






Si su médico no le pregunta o no le da importancia a su dolor, hágale saber lo importante que es para usted. Es mejor atajar el problema en su comienzo. No espere a que su situación se haga insostenible. Su médico también sabrá entenderlo así. 

lunes, 12 de marzo de 2012

EL CÁNCER DE COLON


-       CANCER DE COLON

¿Qué es el cáncer de colon?

El colon es la parte del tubo digestivo existente entre el intestino delgado y el recto en la que se produce la absorción de líquidos del contenido intestinal y se forman las heces. El cáncer de colon es actualmente un importante problema de salud pública en los países desarrollados. Es el cuarto cáncer más frecuente en el mundo. En España, se registran unos 19.000 casos nuevos cada año.

¿Cuáles son sus causas?

Se trata de un cáncer cuya mortalidad e incidencia es más alta en los países industrializados. Aproximadamente el 80% de los casos son esporádicos, pero el 20% tiene una influencia genética, con mayor riesgo familiar en los que es necesario un mayor seguimiento y control.

La edad es un factor de riesgo fundamental, con un incremento brusco de la incidencia a partir de los 50 años. La presencia de un familiar de primer grado que lo haya padecido duplica el riesgo, y lo cuadriplica si el diagnóstico del cáncer se produjo antes de los 60 años de edad. El aumento de la incidencia está muy relacionado con el estilo de vida en los países industrializados.

Existen distintos factores de riesgo en relación al cáncer de colón: el consumo de grasas y de carnes rojas, sobre todo en conserva, embutidos o carnes preparadas; la obesidad, el tabaquismo y el consumo elevado de alcoholasí como la diabetes asociada a la obesidad. Los pacientes con enfermedad de Crohn y Colitis ulcerosa tienen mayor riesgo con respecto a la población general, sobre todo, en la enfermedad de Crohn (riesgo 20 veces superior).

¿Qué síntomas produce?

Los síntomas del cáncer de colon dependen de su localización. Si se localiza en la zona final del colon o en el recto, próximo al ano, tienden a estrechar el tubo intestinal y suelen producir síntomas de obstrucción intestinal, alternando diarrea con estreñimiento, y produciendo  dolor abdominal de tipo cólico. Los cánceres en esta zona producen sensación de ganas de defecar, y la presencia de sangre roja en las heces, hemorragia, y heces en forma de cintas debidas a su paso por la zona de obstrucción. Los cánceres del colon próximos al intestino delgado no suelen producir síntomas intestinales, y se suelen manifestar por una anemia debida a la pérdida crónica de sangre, y la subsiguiente fatiga, disnea o palpitaciones.

En personas en los que el cáncer se ha mantenido silente, sin síntomas durante mucho tiempo, puede presentarse con una importante pérdida de peso y cansancio crónico, debido a las posibles metástasis, o por infecciones secundarias de origen intestinal.

¿Cómo se diagnostica?

La historia clínica, con la descripción de los síntomas o la existencia de antecedentes familiares es siempre fundamental en la sospecha de cáncer de colon. Entre las pruebas a realizar, la colonoscopia es el método diagnóstico de elección; es la prueba más sensible y específica, y permite obtener biopsias y realizar la resección de pólipos.

Otras pruebas son útiles en casos concretos, como el enema con bario para estudiar zonas intestinales no accesibles por la colonoscopia, o el TAC, que permite evaluar la presencia de metástasis o la afectación de órganos vecinos y ganglios. También pueden ser necesarias la radiografía, la resonancia nuclear magnética o la ecografía para facilitar la identificación de metástasis en determinadas zonas.

El estudio de sangre oculta en la heces es una prueba rápida, de primera línea, ante la sospecha diagnóstica de un posible cáncer de colon, así como el estudio de marcadores tumorales en la sangre, que tienen un valor pronóstico o permiten sospechar la persistencia del tumor tras la intervención.

¿Cómo se trata?

El tratamiento quirúrgico, con la extirpación del tumor, es el único tratamiento curativo. La extensión de la zona a extirpar, depende del grado de avance o extensión del tumor, desde la extirpación de un pólipo si el cáncer no invade todavía la mucosa intestinal, a la resección quirúrgica de parte del colon. En tumores ya muy avanzados puede ser necesario complementar el tratamiento quirúrgico con quimioterapia.

¿Cuál es su pronóstico, o como va a evolucionar después de su diagnóstico?

El principal factor pronóstico es el grado de avance e invasión del tumor en el momento del diagnóstico. Otros factores pronósticos son: el grado de afectación de los ganglios linfáticos, la existencia o no de metástasis, y la obstrucción o perforación intestinal, entre otros.

En el momento actual, el pronóstico de vida en los pacientes con cáncer de colon es bueno, y con gran calidad de vida una vez superada la intervención quirúrgica. La supervivencia a los 5 años en el estadio I de invasión es del 90%, y en el estadio II de invasión, superior al 70%.

Recomendaciones para prevenir el cáncer de colon

Teniendo en cuenta la asociación del cáncer de colon con los hábitos de vida, como el sedentarismo, la obesidad, la ingesta habitual de carnes rojas, o el tabaquismo, , las principales recomendaciones para la prevención del cáncer en la población general son:
  • Dieta rica en folatos (vegetales) y calcio (leche y derivados), y pobre en grasa y carnes rojas.
  • Abandonar el consumo de tabaco y evitar el consumo excesivo de alcohol.
  • Realizar ejercicio físico regular.
En pacientes de riesgo medio, es decir mayores de 50 años y sin síntomas ni antecedentes familiares, de acuerdo con el criterio de su médico, puede estar indicado realizar, según el caso:
  • Sangre oculta en heces: 1 vez al año, y si el resultado es positivo, se debe realizar colonoscopia.
  • Sigmoidoscopia flexible cada 5 años.
  • Sangre oculta en heces con sigmoidoscopia flexible: sangre oculta en heces cada año y sigmoidoscopia cada 5 años, que en caso de coincidir se realiza primero la sangre oculta en heces.
  • Colonoscopia cada 10 años.
  • Enema con bario de doble contraste cada 5 años.
La recomendación de pruebas de cribado periódicas en los pacientes con riesgo de cáncer colorrectal, depende del nivel de riesgo:
  • Alto riesgo de cáncer colorectal, es decir, pacientes con familiar de primer grado con cáncer de colon o pólipos adenomatosos diagnosticados antes de los 60 años o padecimiento de cáncer de colon en varios familiares: se recomienda realizar el estudio con colonoscopia cada 5 años, comenzando a los 40 años.
  • Pacientes con familiares de primer grado con cáncer colorrectal o adenoma diagnosticado a una edad mayor de 60 años, o familiares afectados en segundo y tercer grado: se recomienda realizar sangre oculta en heces anual o bianual, y sigmoidoscopia cada  5 años o colonoscopia cada 10 años.
  • En los pacientes diagnosticados de poliposis familiar, cánceres colorectales hereditarios o con presencia de pólipos adenomatosos, deben de seguirse pautas de colonoscopia o sigmoidoscopia flexible con mayor frecuencia, y de inicio a edades tempranas.

Teniendo en cuenta la posibilidad de recurrencias, especialmente en los dos primeros años, es necesario realizar un cuidadoso seguimiento tras la extirpación del tumor.




viernes, 9 de marzo de 2012

PREVENCIÓN DEL CÁNCER DE MAMA




-       AUTOEXPLORACION MAMARIA

Información para la mujer sobre la autoexploración de las mamas

Detectar un cáncer de mama lo antes posible aumenta en gran medida las probabilidades de que el tratamiento tenga éxito. El tamaño y la extensión del cáncer de mama son los factores más importantes para establecer la expectativa de supervivencia una vez que se diagnostica esta enfermedad.

Mediante la revisión regular de las propias mamas, las mujeres podemos notar cualquier cambio que se presente. El mejor momento para hacerlo es una semana después de terminada la menstruación, cuando las mamas no están sensibles ni inflamadas. Si las reglas no son regulares, la autoexploración se puede realizar el mismo día todos los meses. La exploración de las mamas no debe ser interrumpida por la presencia de embarazo o lactancia, situaciones en las que debe  seguir realizándose la autoexploración.   Poseer implantes en la mama tampoco es motivo para dejar de hacerlo.

¿Como puedo hacer para detectar bultos anormales en las mamas?

Parada frente al espejo observaré mis mamas, es importante detectar bultos, cambios en la piel, zonas engrosadas, aumentos raros de tamaño o una mama mas baja que otra.  Observar los pezones, vigilar la presencia de secreción o sangre, cambios en la piel de los mismos como hoyuelos o retracción del pezón.

En primer lugar me observaré en el espejo con los brazos a lo largo del cuerpo.
Todavía en frente del espejo, con las manos por detrás de la cabeza y presionando suavemente la parte de atrás de su cuello. ¿Hay algún cambio en el aspecto de las mamas desde el mes pasado?

A continuación hago fuerza con las manos en la cintura, inclinándome ligeramente hacia adelante, forzando los hombros y los codos hacia delante miraré si hay cambios en la apariencia y contorno de las  mamas desde la última vez que me he mirado.

Mientras estoy en la ducha y con la piel jabonosa, con el brazo izquierdo levantado, presiono con las yemas de 3 o 4 dedos  la mama izquierda. Después con el brazo derecho levantado palpo la mama de este lado. Hago la presión de manera firme comenzando por la parte de fuera de la mama y sin levantar las yemas de los dedos voy avanzando haciendo círculos alrededor de la mama hasta llegar al pezón. Me aseguraré de haber examinado la mama completamente. De la misma manera, examino el área entre la mama y la axila y la axila misma. ¿Hay algún bulto por debajo de la piel? Aprieto suavemente el pezón. ¿Sale algo de líquido?

Acostada, con la mano izquierda detrás de la cabeza, con los 3 dedos del medio de la mano derecha presiono sin prisa toda la superficie de las mamas. Empiezo por la parte de fuera y continúo alrededor de la mama en círculos, acercándome al pezón con cada círculo, después que he terminado de revisar las mamas, oprimo suavemente y miro si sale líquido por el pezón. Haga lo mismo con la mama derecha. Para hacer esta exploración puedo poner una almohada o cojín debajo del hombro izquierdo y después debajo del hombro derecho (su posición coincide con la mama que reviso).


Si encuentro algo que me llame la atención, algo que no estaba la última vez que me miré iré a ver a mi médico de familia para consultarle.

martes, 6 de marzo de 2012

ONCOLOGÍA


-       HÁBITOS DE VIDA Y CÁNCER

¿Por qué se produce el cáncer?

Las causas de enfermedad y de mortalidad prematura o evitable (se entiende como mortalidad evitable o prematura la debida a causas prevenibles o evitables mediante cambios en los hábitos de vida, medidas preventivas o programas de detección precoz) más importantes en los países de mayor nivel socioeconómico son el cáncer, las enfermedades cardio y cerebrovasculares, los accidentes de tráfico y el SIDA.

Al hablar de cáncer hablamos de un conjunto de procesos que tienen distintas causas, pero que en su conjunto han demostrado una tendencia creciente en su incidencia, paralela al aumento del nivel de vida y la longevidad. El cáncer de mama es el más frecuente en mujeres y el de pulmón en hombres,  claramente asociado a un mayor hábito tabáquico en hombres en las décadas pasadas, pero que está cambiando con el aumento de la frecuencia de mujeres fumadoras.

Si bien, en algunos tipos de cáncer hay causas específicas, como es el caso del cáncer de cuello uterino, provocado por la infección crónica por algunos tipos del virus del papiloma,  frente al cual se está en proceso de comercialización de una nueva vacuna que, aplicada en mujeres antes del inicio de la actividad sexual, permitirá prevenir este cáncer, los estilos y hábitos de vida tienen una influencia significativa en el riesgo de cáncer de las personas.

Se estima que en los países desarrollados, un tercio de las muertes por cáncer está asociada al consumo de tabaco y, otro tercio, a hábitos dietéticos y falta de ejercicio físico.

¿Qué hábitos de vida están asociados a un mayor riesgo de cáncer?

Los hábitos personales más importantes son:
  • Consumo de tabaco.
  • Falta de ejercicio físico.
  • Dieta alimenticia hipercalórica y con escasez  de frutas y verduras.
  • Abuso  habitual de bebidas alcohólicas.

¿Cuáles son las recomendaciones de hábitos de vida básicos para reducir el riesgo de padecer un cáncer?

Es posible reducir el riesgo de padecer cáncer si se siguen las siguientes recomendaciones:
  • No consumir tabaco, en ninguna de sus formas.
  • Mantener un peso adecuado, equilibrando las calorías que se aportan al organismo a través de los alimentos, con las  que se gastan por el ejercicio físico, adaptando la dieta a la edad y al nivel de ejercicio físico de cada persona. Debe tenerse en cuenta que, en general, la dieta elaborada y consumida en casa o en comedor colectivo (escolar o laboral con control nutricional de los menús) es más equilibrada y permite su consumo en un tiempo más prolongado y pausado, que aquellas dietas basadas en tentempiés, ingesta de bollos, sándwiches, bocadillos, hamburguesas o similares, sustituyendo a la comida tradicional.
  • Adoptar el hábito de realizar todos los días ejercicio físico (ir caminando en los desplazamientos diarios, subir escaleras en vez de utilizar el ascensor, hacer una tabla de ejercicios,  ir al gimnasio; dar paseos, hacer deporte adecuado a la edad y estado físico…etc.). Se recomienda el ejercicio físico, de moderado a intenso, durante 45-60 minutos al día, 5 días a la semana, o como mínimo tres días.
  • Mantener una dieta alimenticia rica en frutas y verduras, reduciendo la ingesta de proteínas animales y grasas (en especial las grasas de origen animal y saturadas, como los aceites de palma o coco). Las dietas mediterránea y atlántica tradicionales han demostrado ser de las más equilibradas.
  • Limitar el consumo de bebidas alcohólicas a un máximo de una bebida al día en mujeres y dos en hombres (se considera una bebida a una cerveza, un vaso pequeño de vino, una copa, un cóctel o similares).

Otras medidas preventivas de demostrada eficacia son la participación en los programas de detección precoz de cáncer de mama en mujeres de 50 a 70 años, y la vacunación sistemática de todos los niños, durante la infancia y frente a la hepatitis B, así como la prevención del cáncer de piel mediante de utilización de cremas de protección solar siempre que se esté expuesto al sol durante largos periodos de tiempo.