viernes, 17 de junio de 2011

UN SÍ A LA VIDA

Por favor, no hablemos de culpables. Es una enfermedad seria en la que subyace un trastorno de conducta alimentaria. A menudo se comenta que son enfermedades "buscadas", pero es una aberración excelsa llegar a pensar que una persona, individuo sano desde el punto de vista psicofísico, pueda desearse e inducirse a sí mismo una patología, de forma intencionada y dolosa.
Es más, ¿quién de nosotros no ha seguido nunca una dieta sin un control por especialistas? Por supuesto, es un grave error que hay que evitar, pues quien juega con fuego puede acabar quemado... Pero, no nos engañemos, no todo el que tontea con la comida desarrolla un TCA, al igual que no todo el que bebe es un alcohólico, ni todo el que fuma es adicto a la nicotina.
La diferencia está en depender o no de dicha conducta, manejar o ser manejado por la situación. Todos tenemos momentos de debilidad, en los que necesitamos UN APOYO, pero ... ¡cuidado!, puede suceder que dicho pilar deje  de ser apoyo para pasar a ser un lastre, una  cadena que nos esclavice y de por vida.
La adición se relaciona estrechamente con la anhedonia, la desmotivación, la pérdida del sentido de la vida. Es pues, la clave del tratamiento, encontrar ese aliciente personalizado que nos motive para tomar las riendas de nuestra vida. Quizás sea ineludible alejar esos duendes, obstáculos, miedos, obsesiones, exabruptos inherentes a todo camino, pero por favor, aspiremos a ser capaces de rehusarlos. Neutralicemos los malos pensamientos con una visión optimista, sensata, trascendental. Preguntémonos: ¿¿¿ASÍ SOMOS FELICES???. Si la respuesta es negativa y sincera, podemos convenir en que algo hay que cambiar. ¡Basta ya de engañarse a uno mismo! ¡Todos tenemos derecho a ser feliz!

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Dos gemelas mantienen un terrible "pacto de anorexia" desde los 11 años

La vida de dos hermanas gemelas, Maria y Katy Campbell, cambió para siempre con solo 11 años cuando escucharon una conversación entre sus padres en la que decían que sus hijas se estaban convirtiendo en mujeres y que pronto hasta ’echarían caderas’. Para la mayoría de la gente, el comentario paterno sería inofensivo pero para las hijas de dos distinguidos escritores significó mucho más. En ese momento, María y Katy decidieron iniciar un pacto siniestro que atormentaría a toda su familia durante dos décadas.



Las dos hermanas no querían echar caderas ni iniciar el período, no querían crecer ni hacerse mayores. En definitiva, no querían aumentar de peso y volumen y, a eso han dedicado los últimos 22 años de su vida. Durante todo ese tiempo, las gemelas han pasado los días entrando y saliendo de clínicas de rehabilitación. Ahora, quieren recuperarse y están decididas a superar la enfermedad. En breve, serán ingresadas durante un largo período de tiempo para hacer frente a una situación con la que ya no pueden más.
"Katy y yo estamos absolutamente hartas de la situación", dice María, que con 33 años mide 1,60 centímetros y pesa cerca de 40 kilos. "Lo he perdido todo debido a esta enfermedad. He perdido mi vida, mi casa, mi pelo, mi trabajo, todo", apunta al diario DailyMail.
Katy, con la misma altura, pero cuyo peso se tambalea peligrosamente por encima de los 30 kilos coincide con su hermana: "No puedo caminar más. Me duele la espalda, los latidos de mi corazón son irregulares, tengo osteoporosis, dolor gástrico crónico y pancreatitis. Estoy en tratamiento con diuréticos, porque mis riñones no funcionan".
En Reino Unido, uno de cada 100 mujeres de entre 15 y 30 sufre anorexia y lo más probable es que los trastornos comiencen en la adolescencia.